Desde un viene-viene hasta un gerente sufre las consecuencias de la violencia que se generó en la ciudad y para ellos, el reflejo más grande está en su economía. Luis, un viene-viene que, entre sus compañeros y él se autonombraron encargados de un estacionamiento público para así poder tener una cuota fija, ya que las propinas no les son suficientes; “ha bajado mucho la propina, ya no quieren pagar lo que se cobra de cuota y dejan menos propina porque ya se van temprano, antes de que pasara lo de los granadazos, terminábamos como a las 5 a.m., pero ahora a las 2:30 a.m. ya estamos desocupados porque ya no hay coches”.
El flujo de personas a los bares y antros disminuyó notoriamente por miedo a que continuara la violencia, sin embargo, los que necesitan trabajar no pueden darse el gusto de faltar por miedo. “Trabajar de noche ya no es igual, voy por las calles con miedo de que me vaya a tocar algo malo, ya no me siento confiado de tocar el claxon, que tal que vaya un mafioso delante de mí y no le parezca y me de cuello, pues no” comentó Raúl Ávila, taxista del sitio 45, quien además nos dijo que su trabajo bajó un 60% a raíz de los hechos violentos del mes de febrero.
La vida nocturna en Guadalajara, poco a poco ha cambiado el ritmo, para bien o para mal los horarios se han ido recortando en las jornadas nocturnas, y para las bailarinas del Palmas table dance, sólo es cuestión de suerte poder llevarse más de quinientos pesos en la noche, porque, saben que el dinero de los clientes esta escaso, “ya no hay muchos clientes, ya no ganamos igual de dinero, ya no hay propinas, ya son dos cervezas y antes eran diez mínimo”
“Lo que pasó en febrero definitivamente nos afecto, los clientes bajaron en un 50%, el consumo disminuyó un 40%, y a las chavas no les está yendo tan bien como antes, ahorita sólo nos queda esperar que la situación mejore” nos comentó Joel Medina, gerente del Palmas table dance
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